Tomás.

Hoy me tiré al pasto a mirar el cielo. Sólo mirarlo. Es super cursiñoño decirlo, pero por un momento pensé que Tomás podría estar allí arriba.
Me gusta el pasto, el pasto quemado y el pasto mojado, pero el pinchoso no, ese pica. Me gusta porque es verde y porque es compañero. También es refugiador. En él viven las hormigas que mato cuando me recuesto, y también las que me muerden.
A Tomás le gustaba el verde, su auto en el que me visitaba era verde, sus bufandas eran verdes, él era verde. Como los marcianos de las películas: quizás por eso se fue hasta allá arriba, y ahora controla todo, hasta mis pensamientos cuando me tiro en el pasto. Por eso ahora siempre pienso en él.
Tofito tenía un poder, y recién ahora lo descubrí: ser verde como el pasto, pero de ese verde fosforescente, el que encandila, el que te hace dormir mirando el cielo.